Hoy asumo un otoño cruento
donde los árboles desnudan por efecto del viento,
o tal vez a viva fuerza,
almas inquietas.
Así como la lluvia lava despojos del tiempo
me arranco una corteza pesada como cruz,
me sumerjo por instinto
en los oscuros bolsillos del presente
y secreta me abrigo ocultando desidia.
¿ No oyen, emisarios del Apocalipsis,
esos trinos exultantes
que suplican en salmos silencios y sosiego?
¿No reconocen las nubes de tormenta?
No…, no pueden… es tarde,
están inmersos en maletas funcionales
y almidonadas galas de diseño;
no recuerdan raíz donde la fauna guiaba
cuando veían al cielo evocando el principio.
Errado gorrión urbano que gorjeas por hábito
sobre tejados mohosos,
tú comprendes ¿no es cierto?
lo sabes, y callas,
en tu canto se informa
pero ya no te atienden
perdieron el oído delicado.
El horizonte sepia aún majestuoso
aguarda impaciente el final prometido
donde nadie se ve
donde nadie se oye
el espíritu es virgen,
nuevo,...vacuo.